Magdalena de la Torre Aparicio es un ejemplo inspirador de fe, entrega y servicio a Dios (Paseo Migrante).

Magdalena de la Torre Aparicio nació el 22 de julio de 1944 en Jerez, Zacatecas.

Sus padres eran el Sr. Jesús de la Torre Álvarez y la Sra. María Luisa Aparicio Soria. Desde temprana edad, mostró una profunda devoción religiosa y un deseo de servir a Dios.

En su juventud, Magdalena ingresó al Instituto Esperanza en la Ciudad de México, donde recibió una educación integral. Fue durante este tiempo que sintió el llamado a consagrar su vida al servicio de Dios en la congregación de las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe.

En 1959, Magdalena ingresó a la congregación y se convirtió en ex alumna del Instituto Esperanza. En 1962, hizo sus votos religiosos y se consagró para siempre, comprometiéndose a vivir según los principios y enseñanzas de la Iglesia Católica. Su dedicación y entrega a la vida religiosa fueron ejemplares.

A lo largo de los años, Magdalena desempeñó diversos servicios en la congregación, dedicando su vida a servir a Dios y a los demás. Su amor por los demás y su fe inquebrantable la llevaron a llevar a cabo múltiples tareas y ministerios en nombre de la Iglesia.

En 1998, Dios le tenía preparada una misión especial. Fue llamada a apoyar la causa de canonización del ahora Venerable José Antonio Plancarte. Magdalena aceptó este llamado con humildad y se embarcó en un viaje a la Ciudad de Roma, donde se unió a la madre Ana María Sada Lambretón en esta importante tarea.

Durante su tiempo en Roma, Magdalena trabajó incansablemente para recopilar información, testimonios y pruebas que respaldaran la causa de canonización de José Antonio Plancarte. Su dedicación y esfuerzo en esta misión especial fueron fundamentales para avanzar en el proceso de beatificación del venerable.

Magdalena de la Torre Aparicio es un ejemplo inspirador de fe, entrega y servicio a Dios. Su vida ha sido una constante búsqueda de la voluntad divina y un testimonio de amor y sacrificio por los demás. A través de sus acciones y dedicación, ha dejado una huella imborrable en la comunidad religiosa y en aquellos que han tenido el privilegio de conocerla.